Pablo, “hebreo e hijo de hebreos” fariseo estricto, fariseísmo (i)

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26.03.2024

 

Pablo, “hebreo e hijo de hebreos”

 

Hoy escribe Antonio Piñero

 

Es un tema crucial de la formación de Pablo como fariseo antes de su llamada “conversión”. No ponemos en duda que el Pablo precristiano estuviera convencido, totalmente convencido de las ideas de los fariseos. Lo que se sigue discutiendo hoy día son dos cosas:

 

Si Pablo era un fariseo “de número”, o bien si solo tenía ideas fariseas, opuestas, por ejemplo, a las de los saduceos… y en parte a las de los esenios.

 

Voy a ofrecer un elenco de pasajes clave al respecto… “Y ya discutiremos” el sentido exacto que en mi opinión hay que darle

 

Filipenses 3,4-6:

 

“Si algún otro cree poder confiar en la carne, más (puedo confiar) yo: circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable.”

 

Hechos de los apóstoles: 22,3-5:

 

«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad (Jerusalén, donde está arrestado), instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy. Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y arrojando a la cárcel a hombres y mujeres,  como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.

 

Hechos 26,4-5:

 

«Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén. Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión.

 

Volvamos al pasaje de Filipenses. En primer lugar en este texto nada dice Pablo estrictamente a favor ni en contra de que su actividad como fariseo fuera en Tarso de Cilicia, su ciudad natal, o en Jerusalén.

 

La construcción sintáctica del pasaje muestra una doble estructura:

 

A: Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos;

 

B: En cuanto a  (griego, katá) la Ley, fariseo;  en cuanto al (griego, katá) celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a (griego, katá) la justicia de la Ley, intachable.

 

Distingue Pablo, por tanto dos momentos de su vida.

 

El momento A: tiene que ser en Tarso, donde nació (él no lo dice expresamente nunca; pero no hay motivos para dudar de este hecho testimoniado en Hch 21,39: “Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia”) y que en principio no revestiría una importancia mayor.

 

Del momento B no dice Pablo ninguna situación geográfica expresa, pero por la construcción sintáctica (tres “en cuanto a” seguidos) indica que se refieren a su época de persecución de la Iglesia. Según los Hch 22,3-5, citado arriba, tiene que ser Jerusalén y, complementariamente, Damasco.

 

Pero este momento “B” no habla de su formación como fariseo, sino de su momento de persecución al cristianismo naciente.

 

El siguiente pasaje que se refiere a este último momento relacionado con la persecución es Gálatas 1,13-14:

 

“Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres”.

 

De este pasaje no se puede deducir nada respecto a su período de formación como fariseo, si en Tarso o en Jerusalén. Sólo vemos en ella una confirmación de la noticia “B” de Filipenses 3,4-6.

 

El problema radica en dilucidar si las frases del texto de Filipenses 3 -“hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo;  en cuanto a la justicia de la Ley, intachable”- implican que hubo de formarse como fariseo en Jerusalén porque en otros lugares, fuera de Israel,  no se podía ser fariseo ni formarse en cuanto a tal y si “hebreo, hijo de hebreos” sólo se entiende como referencia a Jerusalén… o en todo caso en Damasco

 

En mi opinión, empezando por esto último, diría que aquí “hebreo” significa judío y que la frase la puede pronunciar cualquier judío en cualquier lugar del mundo. Imaginemos un judío de Nueva York. Éste puede decir “Soy judío de padres judíos” siendo de Nueva York y sin apuntar ni siquiera ninguna relación con el Israel actual.

 

Martin Hengel añade al testimonio de Filipenses 3,4-5 el de 2 Corintios 11,22 y Romanos 11,1.

 

¿Que son hebreos? También yo lo soy. ¿Que son israelitas? ¡También yo! ¿Son descendencia de Abrahán? ¡También yo! (2 Cor 11,22)

“¡También yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín!” (Rom 11,1).

Reunidos los predicados de Pablo tomados de estos dos textos más Flp 3,4-5, se ve que todos ellos reunidos son  los siguientes:

 

Circuncidado al octavo día

Hebreo, hijo de hebreos

Israelita

Del linaje de Abrahán

De la tribu de Benjamín

Pues bien, de todos estos predicados no se deduce nada, ni a favor ni en contra, de una estancia en Jerusalén para formarse como fariseo por parte de Pablo.

 

Más problemático es lo que hemos afirmado de la formación farisea fuera de Jerusalén y si se podía cumplir la ley de Moisés intachablemente fuera de esa ciudad en la Diáspora, por ejemplo, en Damaso

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Sobre si Pablo era fariseo estricto, afiliado a un grupo de haberim,  “amigos” / compañeros. O bien solo de creencias fariseas y no saduceas o esenias, es decir, fariseo en sentido amplio  (II)

 

https://www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/Pablo-fariseo-companeros-creencias-II_7_2657204256.html

 

 Escribe Antonio Piñero

 

 

La afirmación de una primera estancia en Jerusalén, junto con un aprendizaje estrictamente fariseo a los pies de Gamaliel, que parece contradecir Gálata 1,21-22: “En lo que les escribo, les aseguro delante de Dios que no miento.  Después fui a las regiones de Siria y Cilicia.  Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo. Ellos solo oían decir: «El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir».

 

De aquí se deduce que una estancia en Jerusalén a los pies de Gamaliel no parece posible.

 

El fariseísmo de Pablo sin ningún tipo de matiz, pues sería posible, incluso a pesar de Flp 3,5, que más que fariseo estricto, afiliado a la secta, participante de sus comidas comunes, fuera más bien un simple convencido de las ideas fariseas. Lanzo aquí la idea tomándola de mi obra “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino” (Editorial Trotta, segunda edición 2019).

 

Examinamos la figura de Pablo en Hechos de Apóstoles

 

La imagen de Pablo es sorprendente en esta obra. Ciertamente presenta al Apóstol como judío observante de la Ley (celebra de las festividades de Pentecostés (20,16), del Yom Kippur o Día de la expiación (27,9), observa el sábado, visita las sinagogas (por ejemplo, 13,14, etc.); circuncida a Timoteo (16,1-4); algunas partes de sus discursos podrían haber sido pronunciadas más por Pedro (por ejemplo, 13,16-41; 28,17-20) que por sí mismo; es un fariseo practicante (22,3-4; 23,6); los fariseos defienden a Pablo (23,9).

 

Para unos investigadores, en lo que respecta al lugar de nacimiento, niñez, ámbito de educación primaria y superior, afiliación al partido fariseo y motivos de la persecución anticristiana de Pablo, el texto de Lucas en los Hechos de los Apóstoles es sustancialmente digno de crédito, pues la veracidad histórica del autor de Hechos, muy probablemente no el que escribió el tercer Evangelio (“Lucas) sino un discípulo de este, tan impugnada por la crítica liberal protestante y la Historia de las Religiones, no admitiría duda. La aparente contradicción entre esta obra y los datos proporcionados por las cartas auténticas de Pablo, en especial Gálatas 1,13ss, se resuelve positivamente por medio de una adecuada exégesis y la apelación a otros datos históricos proporcionados por el contexto.

 

Volvemos al texto de Filipenses 3,5, ya citado en la comunicación anterior: Circuncidado el octavo día… en cuanto a la ley (de Moisés) fariseo”. Y lo que sigue en Filipenses 3,6  “En cuanto al celo (por la Ley), perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, irreprensible”.

 

Este pasaje indica, en primer lugar, que la familia de Pablo –y él mismo– era totalmente judía, humilde, como podría quizás demostrar el oficio de Pablo, “constructor de tiendas” o guarnicionero (Hch 18,3).

 

Dadas las características de la piedad farisea y sus exigencias, parece más que probable que educarse a fondo y vivir conforme a tales normas era prácticamente imposible fuera de la Palestina judía. Se discute incluso si había fariseos en la Galilea del siglo I, aunque muchos estudiosos lo creen, pero no como escuelas, sino como figuras aisladas. Puesto que, además, apenas se sabe nada de una actividad de escuela farisaica en el exilio, Tarso no entra en consideración, sino sólo Damasco o sobre todo Jerusalén.

 

Seguiremos.

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero

 

Recuerdo que hoy, martes, 2 de abril de 2024, empiezo el curso (que puede denominarse diplomado que otorga el Instituto Criteria, adscrito a una Universidad norteamericana) denominado “En busca del Jesús histórico” a las 17.00 hombres españolas

 

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Saludos de nuevo.

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Sobre el fariseísmo de Pablo (III)

¿Fariseo estricto? ¿Exageración retórica de Pablo?

https://www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/fariseismo-Pablo-III_7_2659604027.html

10.04.2024

 

Escribe Antonio Piñero

 

 

Recuerdo en primer lugar cuál es la postura tradicional sobre el fariseísmo de Pablo, completando lo que expuse en mi entrega de la semana pasada. El resumen de la tesis tradicional es simple: Pablo  era un fariseo “de número”, inscrito, por así decirlo en la secta farisea. Era un haber, un compañero y amigo más.

 

Se argumenta así.

 

Pablo se formó como fariseo en Jerusalén según Hechos 22,3: “Educado en esta ciudad (Jerusalén) a los pies de Gamaliel, instruido según la correcta observancia de la ley de nuestros padres, soy celoso de Dios, como lo sois todos en el día de hoy (ideas parecidas en Hechos 23,6-7 y 26,6-7: ).

 

Esta imagen de Hechos casa con la mención única de las cartas de Pablo en cuanto a su militancia farisea (Flp 3,5: En cuanto a la Ley, fariseo), aunque el Apóstol no diga nunca que se formó en Jerusalén. Se argumenta también que esta trayectoria vital proporcionó al futuro apóstol de los gentiles una formación técnica "rabínica". Se reconoce, sin embargo, que el término podría ser cronológicamente inapropiado, puesto que no hay "rabinos" propiamente tales hasta después del año 90, más o menos, pero indica con precisión que se trata de una educación y de un tenor de vida cuyo centro era la Torá o Ley.

 

A pesar de ser esta imagen tan aparentemente clara, hay muchas voces discordantes en la investigación. Para algunos comentaristas el texto de Gálatas 1,22-23:

 

 “Personalmente era desconocido de las iglesias de Judea. Solamente habían oído: «El que antes nos perseguía ahora evangeliza la fe que entonces quería destruir»

 

Me parece que este pasaje es contundente, decisivo y negativo en lo que respecta a una estadía prolongada en Jerusalén. Parece imposible que en un grupo relativamente pequeño de piadosos extremos, la rama de los seguidores de Jesús, fuera Pablo un perfecto desconocido si es que había pasado años en la capital formándose y adquiriendo gran notoriedad como conocedor de la Ley y de las costumbres tradicionales. Además había colaborado en la muerte del protomártir Esteban, según Hch 7,60: Pablo aprobaba su muerte. Y si se discute fuertemente la estadía paulina en Jerusalén, se pone en duda la formación farisea estricta de Pablo, salvo que hubiera pasado –cosa que tampoco sabemos--  mucho tiempo en Damasco y hubiera recibido allí formación de este tipo.

 

Otros investigadores defienden que es sumamente improbable que un fariseo auténtico hubiera utilizado en su argumentación una Biblia no hebrea, sino su versión griega, aunque sus lectores fueran gentiles que no sabían la lengua sagrada. Lo lógico sería que, habiéndose formado en el fariseísmo utilizando siempre la Biblia hebrea, empleara en hebreo los textos bíblicos que traduciría al griego él mismo. Pero no es así; Pablo utiliza directamente una versión parecida a los LXX. Un experto talmudista, como el judío H. Maccoby (1987,153; 1991,129-154) que ha analizado minuciosamente la argumentación “bíblico-rabínica” del Apóstol, llega a la siguiente conclusión sobre su formación farisea tal como se muestra en su carta más importante:

 

“Nuestro análisis de Romanos no nos ha revelado ningún signo de un estilo o metodología genuinamente rabínica (farisea); tampoco en los escritos de Pablo. (Éstos) revelan a veces el fuerte interés del Apóstol por dar la impresión de haber recibido una enseñanza rabínica, y precisamente estos esfuerzos son los que prueban claramente que no posee tal instrucción” (The Mythmaker. Paul and the Invention of Christianity, Harper-San Francisco 1987, p. 153).

 

Según el mismo Maccoby (Paul and Hellenism, SCM, Londres 1991), un buen ejemplo del modo de proceder de Pablo respecto al uso de la Escritura es Romanos 5:

 

“Este capítulo contiene un argumento a fortiori (qal va-homer: literalmente argumento de lo “ligero a lo pesado”), que es el instrumento lógico principal del razonamiento legal rabínico. Pero Pablo no observa la regla rabínica fundamental de este tipo de argumento, especialmente la norma denominada dayo, que exige que ningún término aparezca en la conclusión si antes no ha aparecido en las premisas. Una muestra es la siguiente: “Si pues por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre, ¡cuánto más los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!”. Este argumento es muy imperfecto medido según las normas rabínicas. Se podría parafrasear del siguiente modo: “Si el pecado de un solo hombre produce la muerte, ¡cuánto más un solo hombre podría generar la inmortalidad para aquellos que están sin pecado!”. El vocablo “inmortalidad” no aparece en las premisas, por lo que no debería estar en la conclusión, según las reglas del argumento a fortiori de los rabinos. Es lo mismo que decir: “Si un mal cocinero puede quemar la comida, ¿cuánto más uno bueno puede preparar un excelente pollo al vino?” (pp. 146-147).

 

Maccoby acumula otros muchos ejemplos, aunque afirma que sólo se detiene a analizar Romanos. Al argumento de este autor podría añadirse que en Flp 3,5-6, donde Pablo se describe como de estirpe hebrea y fariseo. Pero el Apóstol no se llama a sí mismo sopher (grammateús en griego), "escriba o experto en la Ley", cuando tenía a mano una excelente ocasión para hacerlo.

 

Otros investigadores esquivan la dificultad argumentando que el vocablo griego era entendido por los lectores de lengua materna helénica como "escribano, secretario o empleado" (p. 105), es decir, un oficio más o menos normal, no como doctor de la Ley, por lo que Pablo lo evita.

 

Este último argumento de Maccoby argumento no se sostiene ya que en 1 Cor 1,20, ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? (grammateús) ¿Dónde el polemista de este mundo? ¿Acaso no hizo Dios necedad la sabiduría del mundo?, Pablo sí lo emplea porque en realidad está describiendo las funciones de exégesis de la bet ha-midrash ("casa de estudio de la ley") de orientación farisea. Estos argumentos generan la duda sobre una posible formación farisea estricta de Pablo.

 

No importa, sin embargo, porque Maccoby aporta otro argumento sólido: afirma que, aunque toda la teología paulina se apoya de modo casi exclusivo sobre concepciones veterotestamentarias desarrolladas por el fariseísmo, el Apóstol las entiende a menudo de modo radicalmente diferente, a veces exactamente al revés. El ejemplo más claro es Gálatas 4,21-31, en donde Pablo invierte las funciones de Agar, la esclava y de Sara, la libre, sosteniendo que los judíos de su época que no creen en Jesús Mesías no son hijos de Sara, sino de Agar, como los ismaelitas.

 

Otro caso es Gálatas 3,10: “Porque cuantos son de las obras de la Ley están bajo una maldición que cita Deuteronomio 27,26: Maldito el que no se atiene a todos los preceptos escritos en el libro de la Ley y los cumple. En el pasaje de Gálatas Pablo sostiene exactamente lo contrario de lo que pretende decir el texto bíblico del Deuteronomio, a saber que la Ley puede cumplirse toda entera. Similarmente en Romano 10,6-8, el lector puede contrastar con Deuteronomio 30,10-14, y verá que el sentido que Pablo otorga al texto es diferente al que pretende el autor del Deuteronomio.

 

Creo que los argumentos de Maccoby son sólidos y apuntan a que Pablo era, teológicamente hablando, de tendencias fariseas (no saduceas, no esenias, no celotas), pero que eso no significa que fuera un estricto fariseo, de “número”. Pablo está exagerando para que sus lectores caigan en la cuenta con más razón aún de la potencia del Espíritu Santo que obró en él un cambio portentoso: de estricto fariseo y perseguidor de la Iglesia a participar de las mismas creencias que las de sus perseguidos.

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero

 

Un enlace a una entrevista sobre “Pablo Fariseo”:

 

https://youtu.be/zxQaw0hh_Fg?si=4OjBjYKMESyenhQt

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El fariseísmo de Pablo (y IV)

Final de esta miniserie. El alegorismo de Pablo y un ejemplo judío

https://www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/fariseismo-Pablo-IV_7_2661403840.html

16.04.2024

 

 

Escribe Antonio Piñero

 

Concluimos hoy esta miniserie a modo de resumen.

 

Escribí al semana pasada que una solución intermedia en esta encrucijada de argumentos contrapuestos podría ser el que Pablo –como judío de la diáspora, deseoso de dar realce al poder del Espíritu de Dios dentro de sí mismo, que lo había transformado de furioso perseguidor de los seguidores de Jesús en ardiente defensor de su mesianismo después de la llamada divina empleara el término “fariseo” pero no de un modo estricto, a saber, entrenado largos años en la escuela de un maestro fariseo de fama, experto en las técnicas que luego serían denominadas “rabínicas”, sino que lo usara de una manera amplia como “defensor de las ideas fariseas” en contra, por ejemplo, de las saduceas o esenias.

 

Y escribí que esta solución obvia parcialmente las dificultades manifestadas sobre la estadía formativa del Apóstol en Jerusalén. A argumento se podría añadir que un Pablo verdaderamente apocalíptico no tendría por qué ser un rabino semejante a los de la Misná, cuya situación social y organización mental eran muy distintas, pues vivieron después de la destrucción del Templo.

 

Como buen convencido de vivir en la era mesiánica –muy al estilo de los qumranitas de los Manuscritos del mar Muerto--, y de estar en la posesión del Espíritu de Jesús, se sentía Pablo con autoridad suprema, gracias a sus revelaciones privadas, para argumentar a partir de la Escritura tal como él creía que le inspiraba el Espíritu al final de los días. Así pues, Pablo sería como una suerte de Maestro de justicia o similar, de los esenios, o henóquicos, que ofrecía a sus discípulos y seguidores unas interpretaciones peculiares de los oráculos sagrados que no aceptarían todos los judíos, pero que él creía los únicos verdaderos.

 

Pablo era además un alegorista. Su sistema exegético podría parecerse al uso del método alegórico griego que los filólogos alejandrinos habían utilizado para entender a Homero, pues creían que el vate había sido realmente inspirado por la divinidad, y que sus versos decían mucho más que lo que podría recoger una lectura apresurada y superficial.

 

Ejemplo de alegoría en Pablo es Gálatas 4,21-31. He aquí el texto:

 

21 Decidme los que queréis estar bajo la Ley: ¿No escucháis la Ley? 22 Pues está escrito que Abrahán tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; el de la libre, en virtud de la Promesa. 24 Pero eso es una alegoría: estas mujeres son dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, engendrada para la esclavitud, es Agar 25 [pues el monte Sinaí está en Arabia] y corresponde a la Jerusalén actual, pues es esclava lo mismo que sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, 27 pues está escrito: Regocíjate estéril, la que no pares; Rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, porque más son los hijos de la abandonada que los de la que tiene marido (Is 54,1 LXX).

 

28 Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la Promesa. 29 Pero, como entonces el nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, pues no ha de heredar el hijo de la esclava juntamente con el hijo de la libre. 31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre (Gn 21,9 LXX).

 

Este sistema de interpretación alegórica aplicado a las Escrituras hebreas había tenido ilustres predecesores, ya desde el siglo II a.C., entre los judíos de la diáspora, como Ezequiel el trágico, y Aristóbulo, un filósofo aristotélico que vivió hacia el 150 a. C. cuando reinaba en Egipto Ptolomeo VI. A él dedicó una obra argumentando que el pensamiento de la Biblia hebrea estaba en su núcleo más profundo en toda la filosofía de los griegos. Los filósofos griegos no habían hecho otra cosa que copiar a Moisés

 

Voy a poner un ejemplo de alegorización de la Biblia tomado de la obra de la Prof. Dra. Mercedes López Salvá en el volumen VII y último de la colección Apócrifos del Antiguo Testamento, de editorial Cristiandad que verá la luz este año, deo favente:

 

Es momento de escuchar lo que relató Aristobulo, quien además de con la filosofía de su patria estuvo también familiarizado con la filosofía aristotélica, a propósito de lo que aportan los libros sagrados en lo referente a las extremidades de Dios.:

 

“Aun cuando se había hablado suficientemente, también tú, rey, reconociste en torno a las cuestiones expuestas que en nuestra Ley se habla simbólicamente de manos, brazo, rostro, pies y movimiento respecto al poder divino4. Esto será objeto de un discurso adecuado y no habrá ninguna contradicción con lo que nosotros habíamos dicho antes.

 

Quiero exhortarte a que aceptes las interpretaciones alegóricamente y a que adoptes un pensamiento apropiado sobre Dios y no caigas en una postura mítica y antropomorfa.

 

Con mucha frecuencia nuestro legislador Moisés haciendo discursos sobre asuntos diferentes (me refiero en el plano superficial) de los que quiere tratar, hace relatos alegóricos y transmite acontecimientos de gran importancia.

 

Por esto, quienes están dotados de una buena capacidad de reflexión se asombran de la sabiduría de Moisés y de su inspiración divina, por  la que también se le ha llamado ‘profeta. Entre éstos están los filósofos antes citados y muchos otros, y poetas5, que se han inspirado mucho en él y que son por ello admirados.

 

En cambio, quienes no están dotados de capacidad intelectual sino que se quedan pegados sólo a la letra, no se dan cuenta de que está explicando algo importante. Comenzaré, pues, por aclarar cada designación una por una, en la medida de mis posibilidades, y si no doy con el asunto ni logro persuadir, no atribuyáis la incoherencia al Legislador sino a mí por no haber sido capaz de precisar lo que él pensaba.

 

Las ‘manos’ son evidentemente concebidas incluso por nosotros como algo más general, pues cuando tú, en tu calidad de rey, destacas unas fuerzas militares con el deseo de emprender algo, decimos: ‘la mano del rey es poderosa’ y se les transmite así a los oyentes el poder que tienes. Y esto quiere decir Moisés cuando en la exposición de nuestra Ley dice así: ‘Dios te sacó de Egipto con poderosa mano’ y en otro momento afirma que Dios le había dicho: “Te enviaré mi mano y abatiré a los egipcios”, y con ocasión de la muerte que le sobrevino al ganado y a lo demás, habla al rey de Egipto diciendo: ‘He aquí que la mano de Dios se posará en tus ganados y en todo lo que hay en los campos como una gran muerte’, de modo que es evidente que ‘las manos’ se refieren al poder de Dios, pues incluso es posible pensar metafóricamente que toda la energía y la fuerza de los hombres está en sus manos.

 

Por esto el Legislador ha usado metafóricamente el término en un sentido elevado al decir que las realizaciones de Dios son sus manos. Y ‘estabilidad’ divina podría perfectamente llamarse, de acuerdo con el estilo elevado, a la constitución del cosmos. Pues Dios está por encima de todas las cosas y además todo le está sujeto y ha recibido su estabilidad de Él, de modo que los hombres han comprendido que esto es inamovible, y por tal entiendo que el cielo jamás se ha convertido en tierra ni la tierra en cielo, que ni el sol ha sido luna resplandeciente ni tampoco la luna sol y que ni los ríos han sido mar ni el mar ríos.

 

Y este mismo proceder se da también entre los seres vivos, pues ni el hombre será fiera ni la fiera hombre. Y lo mismo ocurre respecto a los demás seres, sean vegetales o de otro tipo. No pueden cambiarse unos en otros. Sin embargo, los que son del mismo género experimentan el mismo tipo de evoluciones corrupciones. De acuerdo con esto se podría hablar de “estabilidad divina” en la medida en que todo está sujeto a Dios. Se dice también en el texto de la Ley que hubo un descenso divino a la montaña en ocasión de la fijación de la Ley para que todos contemplaran la acción de Dios. Pues se trata claramente de un descenso auténtico.

 

Y si alguien quiere conservar el relato sobre Dios, podría hacer sobre esto una interpretación así. Se ha explicado, en efecto, que ‘la montaña ardía en fuego’, según dice la Ley, porque Dios había descendido, y que los sonidos de las trompetas y el fuego ardiente se originaban sin que nada los sustentara. Y a pesar de que toda la multitud –no menos de cien miríadas sin contar niños y ancianos – estaba reunida alrededor de la montaña, y aunque su circunvalación duraba no menos de cinco días, todos los que estaban en el círculo vieron el fuego arder desde cualquier punto de vista en el que estuvieran situados.

 

Por tanto, el descenso no fue local, pues Dios está en todas partes, sino que (el Legislador) mostró el poder del fuego, sorprendente en todas las cosas porque las consume todas, que ardía sin consumir nada y sin ser sustancialmente alimentado a no ser por el poder divino que se le añadía. Pues, aunque los lugares que había en la montaña ardían intensamente, nada se consumió sino que el verdor de todo permaneció intacto al fuego, y junto con la exhibición del fuego con un fulgor relampagueante, se escuchaba un intenso resonar de trompetas sin que hubiera tales instrumentos ni nadie que los hiciera sonar, sino que todo sucedió por divina disposición.

 

Queda claro, en consecuencia, que el descenso divino se produjo por las siguientes razones: para que los que lo vieron juntos comprendieran cada una de estas cosas desde el punto de vista de una revelación, no el hecho de que el fuego no consumiera nada, como se ha dicho antes, ni que los sonidos de las trompetas se produjeran sin acción humana o sin el concurso de los instrumentos, sino que Dios sin nada estaba mostrando su grandeza a través de todo”.

 

Esto también lo escribió Aristobulo.

 

En conclusión, propondríamos como hipótesis intermedia que Pablo habría utilizado el término “fariseo” de un modo distinto, amplio, más como defensor de las ideas fariseas que como experto en razonamientos “rabínicos”.

 

Y para ello no habría sido preciso que hubiera pasado años de su juventud a los pies de ningún maestro famoso en Jerusalén. Habría bastado su despierta inteligencia y su espíritu celoso de la Ley para asimilar lo principal del fariseísmo, sobre todo a partir de las disquisiciones sinagogales, quizás en Tarso o en Damasco.

 

Tanto los Hechos de los Apóstoles como Pablo mismo habrían exagerado aquí su fariseísmo para resaltar la enorme tarea realizada por el Espíritu, que había convertido a un terrible perseguidor en seguidor ardiente del Mesías.

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero